En ocasiones veo chakras

Ya sé que cuando los que nos dedicamos a esto del Yoga nos ponemos a hablar de chakras, energías, etc. etc., muchos nos tachan de esotéricos e iluminados. Lo sé porque me ocurría a mí también antes, y aún me sucede… en ocasiones 😉

A veces, demasiado incienso y túnicas blancas me producen rechazo. Recuerdo que asistí a un taller de Nada Yoga o Yoga del Sonido en Valencia en 2013. Muchas personas entre la audiencia se habían liado un turbante blanco a la cabeza para la ocasión. Antes de comenzar, el profesor Surinder Singh preguntó cuántos de aquellos que llevaban el turbante conocían su significado. Nadie levantó la mano. Ante esto, el maestro rogó gentilmente a todos que se lo quitaran. (Por suerte, a mí no se me había ocurrido ponérmelo 😉

Lo cierto es que como decía Ramiro Calle recientemente en una entrevista para Yoguiola, lo peligroso de la nueva era es el engaño, esas ferias esotéricas en las que te dicen que te abren los chakras en diez minutos.

Y yo no pretendo engañar a nadie, así que no me voy a proclamar experta conocedora de la teoría de los chakras. Mi modesta misión es difundir los beneficios del Yoga a través de todos los medios a mi alcance y tal y como se me han trasmitido y he experimentado yo misma. Y en este artículo, como en todos, no pretendo otra cosa.

Así que trataré de exponer una breve explicación acerca de qué son los chakras, para todos aquellos que, como me ocurría a mí en mis primeras clases (hace más o menos mil años) se quedan a cuadros cuando el profe dice que vamos a dedicar la clase a abrir, por ejemplo, el chakra del corazón.

 

Lo que yo creo es que los antiguos yoguis practicaban mucho y en serio. Pienso que dedicaron muchas horas a explorarse a sí mismos, a recorrer el vasto territorio de su cuerpo, de su mente y de aquello que percibían pero que quedaba fuera de la definición de cuerpo o mente. Aquello que se ha llamado espíritu. Y como todo viajero apasionado, sintieron la necesidad de dibujar los lugares que recorrían. Como todo estudioso meticuloso, necesitaban formular teorías para explicar los fenómenos que observaban. Y así concibieron la teoría de los chakras para explicar la experiencia de la energía en el cuerpo. Pero como dice el aforismo, el mapa no es el territorio; es decir, se trata solo de una representación simbólica que, tal y como yo lo veo, no pretende ser absolutamente cierta, sino solo una especie de guía para otros viajeros que decidan caminar los mismos parajes.

Que el cuerpo humano está recorrido por energía es un hecho que hoy día no creo que nadie se atreva a discutir, ni siquiera los más escépticos. De hecho, contamos con un sistema hidráulico, el circulatorio, y un sistema eléctrico, el sistema nervioso. Así que es obvio que podemos sentir corrientes de energía que nos recorren.

Los antiguos hindús imaginaron que esta energía se concentra en determinados puntos de nuestro cuerpo: los chakras. Chakra es una palabra sánscrita que significa ‘disco‘ o ‘rueda‘ de energía. Aparecen ya mencionados en algunos Yoga Upanishad o escrituras sagradas hindús. Normalmente se dibujan como flores de loto que se situan sobre la columna vertebral. A cada uno se le asigna un color y un nombre determinado.

Los chakras de la materia.

Los tres primeros chakras, comenzando desde la base de la columna, son los chakras de la materia. Son los más físicos.

El primer chakra, llamado Muladhara, es el chakra de la estabilidad, seguridad y de nuestras necesidades básicas. Comprende las primeras tres vértebras, la vejiga y el colon. Cuando este chakra está abierto, nos sentimos seguros y sin miedo.

El segundo chakra, Svadhistana es nuestro centro sexual y creativo. Se localiza, sobre el hueso púbico, debajo del ombligo, y es el responsable de nuestra expresión creativa.

El tercer chakra, o Manipura, significa joya valiosa y ocupa la zona desde el ombligo hasta el tórax. Es nuestra fuente de poder personal.

 

El cuarto chakra: la conexión entre la materia y el espíritu.

Localizado en el centro del corazón, el cuarto chakra, Anahata, está en el centro de los siete y une los chakras inferiores o de la materia con los chakras superiores o del espíritu. El cuarto es también espiritual pero sirve de puente entre nuestro cuerpo, mente, emociones y espíritu. El chakra del corazón es nuestra fuente de conexión y amor.

Cuando trabajamos nuestros chakras físicos, podemos abrir los espirituales de forma más plena.

Los chakras del espíritu

El quinto chakra: Vishuddha es el quinto chakra que se localiza en el área de la garganta. Es nuestra fuente de expresión verbal y nos da la habilidad de decir nuestra verdad más alta. Incluye el cuello, las glándulas tiroides y paratiroides, la mandíbula, la boca y la lengua.

El sexto chakra, llamado Ajna, se sitúa entre las cejas. Se conoce también como el chakra del tercer ojo. Ajna es el centro de nuestra intuición. Todos tenemos intuición pero puede que la escuchemos o ignoremos sus advertencias. Abrir este chakra nos ayuda a mejorar esta habilidad.

El séptimo chakra, Sahaswara chakra o el loto de los mil pétalos se localiza en la coronilla de la cabeza. Este es el chakra de la iluminación y conexión espiritual con nuestro verdadero yo, con los demás y con la divinidad.

Los conocimientos científicos actuales permiten identificar los chakras con los principales centros endocrinos y nerviosos del cuerpo humano. Vemos una vez más como la ciencia occidental respalda los postulados de la sabiduría oriental.

Chakras y glándulas


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Noelia Insa Satorre
noeliainsasatorre@gmail.com
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