Todas las mamás que estéis leyendo esto, creo que sin excepción, estaréis de acuerdo en que a ser mamá no te enseña nadie. Ni se puede aprender en los libros tampoco. Cuando estaba embarazada leí muchísimos libros maravillosos sobre el embarazo, el puerperio y la maternidad en general. Libros valiosísimos que os recomiendo encarecidamente, como Bésame mucho o Un regalo para toda la vida de Carlos González, Mi bebé lo entiende todo y Mi niño lo entiende todo de Aletha Solter, o Puerperios y otras exploraciones del alma femenina de Laura Gutman.  Como os digo, libros estupendos que sin duda me han ayudado a educar a mi hija en el afecto, y a hacer de ella una personita que ya a sus siete años tiene más inteligencia emocional que sus dos progenitores juntos  :-) Pero repito, a ser mamá lo que se dice ser mamá, no te enseñan. A eso, solo te enseñan tus hijos. Por muchas técnicas que hayas leído sobre cómo reaccionar ante una rabieta (y yo misma he escrito sobre ello en este blog), hasta que no te enfrentas a la primera pataleta de tu primer cachorrito, no aprendes a cómo gestionarlas. Igual como nadie te dice de dónde sacar las energías para después de todo un día de trabajo, supermercado, comida, actividades extraescolares, cena... poder todavía dedicarles unas cuantas risas, perseguirles por el pasillo con una toalla en la cabeza en plan fantasma, o ayudarles con los deberes. Eso, te lo enseñan ellos.
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